domingo, 29 de septiembre de 2013

Reflexión Ética Cívica por Bárbara Gaultier

La ética cívica es la ética de todos, de la sociedad, e involucra  la confluencia  y vinculación de todas las morales plurales a favor de la buena convivencia del pueblo. En el plano de una realidad social, es importante mantener el funcionamiento de la sociedad en base a normas equitativas y moralmente exigibles como el cumplimiento de los mínimos.  La importancia de los mínimos radica en que son las actitudes, principios, valores y hábitos mínimos para que sea posible la convivencia democrática: Cuáles son los mínimos, quién lo dice, por qué.

 Podríamos decir que esta convivencia sólo es posible en un contexto de justicia y  respeto, pero existe un aspecto que si bien es exigible y necesario  en nuestra vida diaria, muchas veces se da por sentado, o se toma en cuenta como algo inherente a la sociedad y que no necesariamente se practica con un enfoque de ética cívica: la educación. 
El derecho a la educación es una de las exigencias éticas, que aunque pueda inspirar legislaciones, no es un mandato legal ni nada similar. Probablemente tú y tu familia saben que tienen este derecho, pero ¿lo ejercen?

En nuestro país tenemos quizás la fortuna de que tenemos igualdad, tanto hombres como mujeres, de acceder a este beneficio que damos casi por sentado. Las bases legales de nuestro país se ensalzan de estar basados en una justicia distributiva, cómo mínimo ético de una sociedad funcional, ya que ciertamente la justicia en sí es una igualdad indeclinable.

 Es tan típico ver como los jóvenes se quejan de “levantarse temprano”, “estudiar”, “hacer tareas”, y otras tantas situaciones que no son más que herramientas para poder expandir nuestros conocimientos. Las limitaciones de nuestra sociedad no son más que limitaciones que nosotros mismos nos instalamos  a causa de la falta de empoderamiento, no se trata sólo de manipular, sino también de empoderar, de actuar positivamente para potenciar las capacidades de las personas de forma que puedan llevar adelante los planes de vida que elijan.

          Entonces cómo decir que nuestra sociedad es desarrollada, si a pesar de tener los recursos,  no existe un pueblo coherente que tenga la capacidad de decisión y de empoderamiento de sus propios derechos. Si la gente no se educa, no será capaz de decidir, porque la educación te da autonomía y te hace libre, no libre de hacer lo que quieras, sino libertad de elegir, saber qué quieres, de bienestar y de ser agente de tu propia vida.

Esto lo tiene claro Malala Yousafzai, quien empoderándose y teniendo conciencia de los derechos que les estaban siendo arrebatados, levantó su voz contra la opresión de los talibanes, exigiendo que las niñas tuvieran el acceso a la educación, convirtiéndose en una defensora del derecho a la educación.

Es un gran contraste la situación  de esta joven pakistaní con la de nuestra sociedad, sin embargo es bastante impresionante darse cuenta que ellas si conocen la importancia de la educación en la vida de cada persona y como colectivo, y anhelan la posibilidad de contar con ella ya que saben que es la vía para tener un futuro, para tener “una posibilidad”. Y esto lo saben incluso los talibanes ya que la educación y las niñas escolarizadas implican una amenaza para su régimen y los movimientos extremistas violentos esto es porque si se educan, no es tan fácil imponerles el extremismo cuando sean adultos.

“No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes”

Algo tan básico como defender la educación, se hace cada vez más difícil y admirable, pero reconociendo la magnitud del problema, para adoptar medidas que garanticen la educación de calidad, es necesario garantizar la participación ciudadana. La ética de mínimos se refiere a los aspectos mínimos necesarios para mantener el funcionamiento de la sociedad, pero para que funcione la sociedad, lo mínimo es tomar conciencia de las acciones en pos del bien colectivo.

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