Nuestra sociedad
contemporánea actual se orienta cada vez mas relativismo moral en el que predomina
el sentimiento de injusticia o parcialmente justo de sus conciudadanos y el individualismo,
en contraposición a los cambios multiculturales como la migración/interculturalidad
lo que debiera identificarnos como sociedad en pluralismo moral, como parte de
una ética en democracia y de relación cordial de responsabilidad por los seres
humanos.
La ética
cívica debiera comenzar desde cada uno de nosotros aplicarla en nuestra forma
de vivir respetando los mínimos morales/éticos de una vida justa propia y hacia
el otro, para que podamos acceder a los máximos éticos/morales de una vida
buena personal y para con los demás. Como ciudadanos libres que se consideren
nuestros derechos en diversos ámbitos (legal, moral, identidad) que exista
interrelación y una retroalimentación de nuestros actos para vivir en sintonía con nuestro entorno.
Para
alcanzar esta “meta” un acceso fundamental lo es la formación educativa lo que
se contrapone en una historia de vida como la de Malala:
Malala vivía en un contexto y culturalidad en su país, a una situación de discriminación/desigualdad de
género y de inequidad en la educación
que no le permitía acceder a esta por haber nacido mujer, coartando su derecho
a recibir herramientas como sí lo hacen los niños/hombres de su país.
Es así como
toma la decisión de expresar sin miedo, de forma libre ante la Organización de
las Naciones Unidas (ONU) su experiencia al mundo, quienes en su mayoría como
espectadores aceptamos como sensato.
Ella cambia su realidad diaria, nos muestra un empoderamiento, el no
conformismo de su rol como cuidadana, como persona, como niña, al exigir este
derecho, derecho que la sociedad debe garantizar como mínimo ético, como lo es
otorgar las herramientas a las personas para autogestionar su vida, y construir
sus propios proyectos, en vez de quedarse en
su zona de comodidad y confort y de adaptarse al
régimen injusto y de inequidad con tal de disfrutar el bienestar posible, lucha
por una causa, por su propia causa y cuenta sus vivencias para abrir una
ventana al dialogo.
Nos muestra que sí es posible cambiar nuestra realidad exigiendo lo que
por derecho nos corresponde, como personas activas y empoderadas de nuestros
roles para ser libres e informados en la
toma de nuestras decisiones.
La meta puede resultarnos
ambiciosa, pero es posible trabajar conjuntamente de forma individual, luego
con mi grupo más cercano y luego expandir el conocimiento y trabajar para los
demás con esta herramienta fundamental del ser humano el lenguaje y el dialogo
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