La ética del cuidado nos conduce
en la reflexión que nos lleva a pensar que no cabe la menor duda que hoy más
que nunca se hace necesario ponernos de acuerdo en como debe ser el bien moral
de la enfermera/o, la cual en el modelo de salud actual es el principal actor
encargada de los cuidados de todo un país, a diferentes niveles de la atención
sanitaria y en las múltiples áreas. Cada vez es más importante que las escuelas
de enfermería se encarguen de inculcar estos valores para la atención en salud,
para que cada día esta atención sea más personalizada, contextualizada y
holística.
Cuando se estudian y se analizan
los constructos de la ética del cuidado no cabe pero en estas cinco virtudes, a
saber la compasión, competencia, confidencia, confianza y conciencia. Virtudes
que deberían interiorizarse a mi reflexión casi como lo hacen los orientales o
los hindúes cuando se trata de incorporal este tipo de valores, a un nivel
espiritual, mental, físico que pareciera que se coaccionan con el ser de cada
persona y pasan a formar parte de la persona.
Los constructos deben pasar a ser
parte de nosotros y estar siempre presentes influyendo cada proceso de
enfermería que realizamos, propiciando cada cuidado que entregamos. Y con esto
no quiero decir que dejemos de lado todo lo que hasta hoy tenemos como
disciplina, como son todos los conocimientos de las ciencias básicas y teorías
de enfermería, solo digo que así como tenemos los cinco correctos en la administración de medicamentos debemos
tener las cinco virtudes al momento de administras los cuidados, todo lo
valórico debe sumarse a todo este ramillete de conocimientos.
Para terminar no puedo dejar de
mencionar que las virtudes son una gran responsabilidad de cada uno de
nosotros, pues el realmente incorporarlas significa darnos el tiempo de
autoconocernos, de sentarnos a meditar en nosotros mismos sin autoengaños , sin
mentirnos y evaluando sinceramente en que medida realmente comprendemos lo
significan estos valores, y que ojala al final del recuento lleguemos a darnos
cuenta que no son solo valores para la profesión como ejercicio de la
disciplina sino son valores para la profesión como estilo de vida, pues no
dejamos de ser enfermera cuando marcamos la tarjeta al final del día y nos
sacamos el uniforme.
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