En la
realidad de la sociedad actual, en donde los fenómenos de globalización e
interculturalidad propiciados por el acceso a la información y fenómenos
migratorios se bebiera aspirar a una sociedad moralmente pluralista en donde se
deben respetar los mínimos morales de cada persona que ayudan a lograr sus
máximos morales o proyecto de vida ideal.
La ética
cívica debiera llegar como el resultado desde un proceso de trabajo personal o introspección
en donde en base al desarrollo de la moral propia (derechos y deberes, no solo
por intereses propios) debe ser
coincidente con la moral de los demás y en pos de una moral global, en donde se
busque una conciencia global, basada en el respeto mutuo y con el medio
ambiente, en conjunto con garantizar los derechos humanos (tomándolos como
principios personales y no como norma legal).
El correcto
desarrollo de esta ética cívica debiera tener como componentes básicos la
educación que nos da las herramientas para poder llevar a cabo este análisis y
fijar de manera más apropiada nuestros constructos morales deseados, así
también el diálogo como componente fundamental para la expresión,
sociabilización y comprensión de las distintas realidades morales y poder
lograr así un consenso en los principios de la ética y conciencia cívica esperable; que debieran desembocar en la implementación
de políticas de inclusión social de modo que cada persona tenga una garantía de
respeto y protección en las diferentes esferas que la conforman.
Para lograr
un cambio significativo en la forma de pensar y actuar que esta tenido hoy en
día nuestra sociedad, falta un lago comino que recorre, pero si les entregamos
las herramientas necesarias a la población es posible desarrollar esta ética de
un modo adecuado, logrando de esta forma una sociedad más sana, respetuosa y
justa en donde prime la aceptación de las personas independiente de su
condición social, política, religión, genero, etc.
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