Las
terapias de reproducción asistida son un
conjunto de procedimientos destinados a obtener un embarazo y finalmente un
niño vivo, en aquellas parejas que padecen de infertilidad y que por diferentes
motivos no pueden hacerlo de manera tradicional. Existen varias técnicas: la
inseminación artificial, la fertilización in-vitro, la inyección
intracitoplasmática de espermatozoides
y la transferencia embrionaria, principalmente consisten en ayudar en diferentes
niveles de la fertilización a que esta se lleve a cabo mejorando las
condiciones “ambientales” o bien directamente
realizando la unión ovulo-espermatozoide.
Antes
ser padres dependía exclusivamente de la capacidad biológica de cada individuo,
si no había éxito solo quedaba la resignación o la adopción. Los adelantos tecnológicos en
reproducción cambiaron estos hechos y si bien han entregado mucha alegría y han
ayudado a muchos a cumplir el sueño de ser padres, también ha venido a cambiar el significado del proceso pues ha separado
los aspectos genéticos y reproductivos de maternidad y paternidad, hasta
convertirlos en una cuestión social, y desde esta mirada social no ha sido
fácil ponerse de acuerdo en cuanto a los principios morales de cómo crear vida
y “jugar a ser Dios”.
La vida
es el bien más preciado de la humanidad, crearla merece toda nuestra
consideración, es por eso que se generan varios conflictos y dilemas morales en
esto de las terapias de reproducción asistida. En cuanto a la inseminación
artificial e hiper-estimulación ovárica y los posibles problemas que produce
tanto a la mujer que se somete al tratamiento como en el riesgo de obtener
embarazos múltiples, de ahí más encima decidir si es mucha la vida creada,
hacer o no reducción embrionaria, arriesgando la vida de todos los embriones;
ahora cuando hablamos de la fertilización in-vito e inyección
intracitoplasmática ¿cuantos embriones debemos inseminar? pensando en que no
todos serán utilizados, y sí no todos son utilizados ¿qué hacemos con esta vida:
la desechamos, la guardamos, la destruimos, experimentamos, la donamos para otras parejas?, ¿Cuantos embriones
implantar para evitar embarazos múltiples y asegurarnos un embarazo no
riesgoso?¿cuantas veces intentamos para conseguir el embarazo? ¿Hacer o no diagnóstico
genético pre-implantacinal? ¿Hacer o no reducción embrionaria?¿es ético
congelar la vida e impedir que esta se desarrolle?
Todas
estas cuestiones por resolver están medianamente normadas en las diferentes
legislaciones del mundo, aun no hay un
consenso y no se ha logrado encontrar la mejor forma ética y moral de crear vida; de esta manera muchas
parejas con tal de cumplir su sueño son
capaces de someterse a extensas terapias
y repetidos tratamientos sin importar a veces el costo físico y psicológico que
esto conlleva hasta punto de perder el objetivo de la reproducción que es el
trascender junto con la persona que se ama y proyectarse en esto de mantener la
especie en un nuevo ser.
La
reproducción asistida es un dilema ético que debe ser tratado con mucho cuidado
y harta psicología, como profesionales de la salud debemos estar bien claros en
las leyes que rigen estos procesos para informar a las personas de sus derechos
y deberes, pero también para aconsejar, guiar y rehabilitar en esta
imposibilidad de concebir, pues no es fácil tomar decisiones para las parejas
en estos procesos y a veces significa desacuerdos, discusiones y peleas que
pueden llegar al quiebre tanto de la persona como de las parejas. Es importante entregar alternativas y no
dejar de lado las opciones, como la adopción demostrando que la maternidad y la
paternidad es más que engendrar, es criar, cuidar , amar y formar a un ser en
una persona independiente que se valga por sí misma, aporte a esta sociedad, a este mundo y además
perpetúe la especie.
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